La serigrafía a través de la historia
En la historia remontan los orígenes de la serigrafía desde el hombre de las cavernas. A medida que evolucionaron las herramientas y la tecnología, las técnicas fueron mejorando hasta encontrar mejores formas de crear plantillas para aplicar imágenes en las superficies. Las plantillas se usaron durante la Edad Media para decorar todo, desde papel tapiz hasta naipes.
La palabra serigrafía está formada a partir dela combinación de la voz latina sericum –seda– y el vocablo griego graphé –escribir–, en referencia a las pantallas hechas con hilos de seda que, desde el siglo XVII, se emplearon para realizar este tipo de estampas. El término fue acuñado por Carl Zigrosser, comisario del Departamento de Dibujo y Estampa del Museo de Bellas Artes de Filadelfia, en la década de 1940.
El desarrollo del sistema de impresión serigráfica actual surgió a principios del siglo XX de forma paralela en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, debido a que esta técnica se fundamenta sobre el concepto de plantilla, su origen se ha vinculado directamente a uno de los métodos de estampado más antiguas.
El estarcido es una técnica que consiste en aplicar pintura sobre las áreas de una plantilla que permanecen expuestas con el fin de crear un diseño. Sus primeras manifestaciones de se remontan hasta la Prehistoria. Se trata de pinturas realizadas mediante la aplicación de pigmentos en polvo sobre distintos objetos colocados contra la pared, lo que daba como resultado esas imágenes en negativo.
Una mejora significativa en el proceso de estarcido se introdujo en la China de la Dinastía Song entre los siglos X y XII, ya que se empiezan a utilizar marcos de cartón con una trama de cabellos o hilos de seda tensados para generar las plantillas.
En el siglo XVII una serie de artistas nipones desarrollaron un nuevo proceso de impresión conocido como Kappazuri-e. Esta técnica consistía en sellar la pantalla con plantillas de papel bañadas en aceite que repelían las tintas al agua. Así, valiéndose de una brocha, rellenaban con acuarela las partes del dibujo que debían transferirse al papel. El mayor representante de esta técnica fue Urakusai Nagahide.
El nacimiento de la pantalla de serigrafía moderna tuvo lugar en Reino Unido hacia mediados del siglo XIX, la cual presentaba ya un marco de madera con una tela de seda tensada sobre él. En origen, estos avances se implantaron únicamente en el ámbito de la industria textil para la decoración de telas.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la técnica de la serigrafía se popularizó, convirtiéndose en una herramienta fundamental para cualquier ámbito profesional y, por tanto, llegando a emplearse como medio para realizar trabajos editoriales, publicitarios, decorativos, de embalaje, en la industria textil, etc. Pero no fue hasta la década de 1950 cuando empezaron a introducirse nuevas tintas y pantallas de serigrafía que permitieron el estampado sobre un abanico enorme de soportes y superficies, incluidas las tridimensionales.
Actualmente, gracias al desarrollo de emulsiones fotosensibles más precisas, nuevos tejidos sintéticos para las pantallas, mallas de gran finura y una infinidad de avances en todos los ámbitos de la técnica, la serigrafía es capaz de conseguir unos resultados inmejorables.
Artistas como Andy Warhol crearon piezas en serigrafías que elevaron la forma de arte a un pilar de la cultura pop (Pop Art). Al mismo tiempo, se desarrolló una máquina rotativa para estampar camisetas de bolos. Por supuesto, se descubrió que la máquina podía usarse para crear imágenes en casi cualquier sustrato. Varias empresas compraron licencias para la tecnología y el resto, como dicen, es historia.